En 2002 apareció Derrida, un documental en torno al filósofo francés Jacques Derrida (1930-2004), dirigido por Kirby Dick y Amy Ziering Kofman. Si bien en él se discuten ciertas ideas clave dentro de la obra Derrida y se recorren partes significativas de su biografía, allí no radica su mayor aporte. Para explorar estos terrenos lo mejor es acercase a otras fuentes. Para el interesado en la vida de Derrida, por ejemplo, le será más útil leer la recién aparecida Derrida, una biografía extensamente documentada escrita por Benoît Peeters (Fondo de Cultura Económica, 2013). O, a quien prefiera enterarse de lo que se está discutiendo hoy en día sobre las ideas de Derrida en nuestro país, le parecerá más interesante el magnífico —y también recién publicado— libro Freud y Derrida: escritura y psique de Rosaura Martínez Ruiz (Siglo XXI Editores, 2013).
El valor central del documental Derrida radica en ser una reflexión en torno a la relación entre la vida de un filósofo y su obra por medio de la vida y obra de uno de los más importantes filósofos del siglo XX. ¿Cuál es el vínculo entre la biografía de un pensador y su obra? ¿Existe una frontera entre ambas? ¿Se comunican entre sí? ¿Vale la pena estudiar la vida de los pensadores? ¿Conocer su vida resulta meramente anecdótico o arroja luz sobre su producción intelectual?
También vale la pena, del propio Derrida, El Monolingüismo del Otro y Circonfesión, en ambos ‘lee’ su propia auto-biografía.
Saludos!
Más allá de que la pregunta que da título al documental sobre Derrida pueda ser respondida con un “no o un “sí” categóricos dependiendo de dónde partamos y, sobre todo quizás, de a dónde queremos llegar, felicito a Ana Sofía y a Luciano por difundir documentales como éste. Fieles a su “objeto de estudio”, Dick y Ziering siembran más incertidumbres que certezas, pero sin duda animan a quien vea su documental a adentrarse en la vida y obra de Derrida; cumpliendo así cabalmente uno de los cometidos importantes que, me parece, se ha planteado LA ROTATIVA.
Me gustaría comentar que no estoy muy de acuerdo con su análisis, aunque sí los felicito por difundir documentales como el que se encuentra en su artículo.
No estoy de acuerdo por dos cosas: la primera es que al momento de ver un documental o una película no se trata de ver sí lo que dice es real o no, o hacer una comparación con otras fuentes. La segunda es que de alguna u otra forma al decir cuales son los puntos importantes se denigra un poco el documental y llega a ser tendencioso “véanlo pero con cuidado porque no dice todo”.
Al momento de acercarnos a documentales o películas, yo considero un error observar cuales son los datos que faltan o la información, historiadores como Rosenstone nos dicen que los filmes no se deben de ver solo por su contenido, sino por su ideología, en el sentido que un filme nos puede otorgar muchos más que un discurso, en el caso del presente documental podemos observar que se puede ver cuales son las intenciones al momento de realizarlo o porqué hacerlo de Jacques Derrida.
En ocasiones como académicos podemos ser muy tendenciosos al ver otro tipo de estudios sobre el pasado que no son las escritas, autores como Marc Ferro en Historia y Cine, lo tocan mejor que yo en éste comentario, también hay que ver más allá de lo que dice el discurso o la información que aporta, al igual que hacer un análisis de un texto también es importante hacerlo de un filme.